domingo, 28 de abril de 2013

Manolo Garrido recoge su galardón Emilio Bartus de la Hermandad de la Paz.

El mundo cofrade gaditano, un solo clan al amparo del patriarca de los Garrido

Cofradías/Actividades
Manuel Garrido, rodeado de familiares y amigos en la capilla de la hermandad de la Borriquita
El mundo cofrade, injustamente denostado en tantas y tantas ocasiones, volvió a demostrar ayer que sabe estar a las duras y a las maduras. Un acto de homenaje, cerrado con su correspondiente ágape, a veces es malinterpretado por quienes no conocen a este gran universo. Los hombres de traje de chaqueta forman un enorme colectivo humano que no siempre lo pasa todo lo bien que ciertos indocumentados se creen. Ayer en una abarrotada parroquia del Carmen se pudo comprobar como la entrega del premio Emilio Bartús de la Borriquita, uno de los galardones más prestigiosos de nuestras hermandades, es capaz de conjugar sentimientos encontrados. Alegría por el reconocimiento a un gran cofrade como Manolo Garrido y respiración contenida por su delicado estado de salud. No todo es comer y beber como se piensan algunos ni andar discutiendo por la forma de cargar los pasos. Cuando hay que tragarse las lágrimas el personal se las traga y ayer hubo que tragárselas.
La mañana amaneció nublada, síntoma inequívoco de que se celebraba algo que tenía que ver con las cofradías. Últimamente no nos acompaña el sol ni cuando los actos son a puerta cerrada. Más que cofrades, hombres de bien de diversas procedencias en el templo carmelitano. Seguro que se me olvidará alguno. Gente del universo institucional como el concejal del Mayor, José Macías, el presidente y el vicepresidente del Consejo Local de Hermandades, Martín José García y Juan Carlos Jurado, respectivamente, el director del Secretariado Diocesano para las Hermandades y Cofradías, Alfonso Caravaca, el nuevo comisario del Nazareno del Amor, Rafael Guerrero, hermanos mayores como los de la Sagrada Cena, Prendimiento, Sentencia, Medinaceli o Expiración, Jose María Caro, Rosa de la Jara, Benito Moya, Ismael Pampará y Vicente Rodríguez. Seguro que también se me olvida alguno. Igualmente se dejaron ver destacados cofrades como David de la Fuente, Francisco Alonso, Pepe Valero o José Luis Ruiz-Nieto. E incluso capataces como Manuel García Requejo, Tomás Martín o Julio Reyeros. Destacable también la presencia del pregonero de la Semana Santa 2013, Juan Manzorro, convaleciente todavía de la operación de garganta sufrida hace pocas fechas. Y, por supuesto, muchos hermanos del Perdón y de la Borriquita, cofradías más hermanadas ayer que nunca.
Sobre el altar, algunos de los sacerdotes con los que Manolo Garrido ha compartido tantas tardes en Santa Cruz como era el caso del vicario general, Guillermo Domínguez Leonsegui, Pedro Rodríguez Molina, Servando Rojas o Balbino Reguera. La gran sorpresa, la presencia de Fray Ricardo de Córdoba. Todos y cada uno de ellos quisieron aportar su granito de arena. Era mañana de detalles que no faltaron ni en la eucaristía y todo el mundo quería participar. Hermanamiento hasta en las lecturas. Fran Salido de Borriquita recitó la primera y Antonio Vela del Perdón la segunda. Breve e intensa homilía en la que no faltaron las alusiones a Manolo Garrido.
Tras la misa llegaron las grandes emociones. Jesús Devesa, fiscal de la hermandad de la Paz, lo volvió a bordar como conductor del acto donde hizo una semblanza de Garrido en la que lo calificó como un hombre "bueno, dotado de esa picaresca y gracia tan gaditana" y lo situó en su particular umbral de cofrades referentes junto a "Paco Moscoso, Rafael Corbacho, Paco Carnota, Antonio Barrueco, José Luis Ibáñez o Manuel Fernández Jaldón". Para terminar pidió la futura institución en El Perdón de un premio con el nombre del galardonado.
El imaginero Luis González Rey no pudo ocultar su emoción y no dudó en afirmar que al "final iba a terminar llorando más que Manolo". Tras definirse como un "niñato" recordó sus primeras andanzas de pequeño y como "Manolo me llevaba por cada una de las capillas de Santa Cruz y lo bien que nos lo pasábamos montando el belén cuando la cabeza de Baltasar era más grande que el rey negro entero".
Tras la lectura del acta que recogía la concesión del premio, el hermano mayor de La Paz, Ignacio Ortiz, recalcó que "Manolo Garrido conjugaba a la perfección los valores para los que había sido instituido el galardón" e hizo una semblanza por las distintas personas e instituciones que ya cuentan con el galardón Emilio Bartús en sus vitrinas entre los que destacó con especial énfasis al hermano de la corporación Manuel Fernández Jaldón. Asimismo, tras recordar que Garrido ha sido más de 20 años hermano mayor en diferentes etapas, dejó entrever su deseo de que se deroguen aquellas normas que limitan el tiempo de permanencia como hermano mayor.
Ortiz había roto el protocolo, un protocolo que se acabó de romper cuando el propio homenajeado dio las gracias a los asistentes y les animó a que siguieran dando ejemplo. Tocaba respirar hondo. Posteriormente, su hijo Manuel José Garrido quiso agradecer en nombre de la familia la entrega del Bartús a la figura de su padre.
El acto concluyó con una sentida intervención por parte del director del Secretariado Diocesano, Alfonso Caravaca, que recordó sus años de amistad con Garrido y leyó una sencilla y cariñosa carta en nombre del obispo Rafael Zornoza que se encontraba en un acto de convivencia en Vejer.
Seguidamente, una importante comitiva se trasladó a la capilla de la calle Vea Murguía para mantener un pequeño momento de oración ante los titulares de La Paz que dio paso al ágape en la calle Veedor, un acto sencillo y diseñado en tiempo y forma para máxima comodidad del homenajeado. A esa hora salió el sol que, tarde o temprano, siempre acaba saliendo.